25.3.14

21.3.14

La plaza en El almacén de libros

En el día de la poesía, Loli Ros comenta los poemas de La Plaza, en El almacén de libros (entrada original, aquí).

Cuatro poemas componen La plaza, plaqueta editada por Paisanita Editora en el año 2013.
Un encargado que no cesa en sus comentarios a una vecina acerca del calor que hace; una mujer que se acerca a pedir ayuda a otra que descansa en la plaza, porque ha sufrido un accidente y necesita los remedios; una conversación que se escucha porque el viento todo lo trae y un zorzal desvelado a la madrugada que no deja conciliar el sueño a una viejita. Todos ellos también son la plaza, ya que ésta no es solo el espacio físico con sus parques, bancos  y juegos para niños. La plaza son los vecinos, quienes a diario la cruzan, se sientan al sol,  a leer, a charlar, a pensar. La plaza son los edificios, las calles que la rodean, los pensamientos, las voces, las historias que se viven dentro y fuera de ella.
La plaza es el corazón de este barrio que podría ser cualquiera de la ciudad, es el núcleo vivo de un cubo de cemento que durante el día,  late al compás de las risas, las charlas, las soledades y las compañías. Es testigo, guarda secretos, todo lo mira, todo lo sabe. Y así también por las noches, duerme en soledad:“… La plaza está en su momento más próximo al silencio. La luz de los faroles se mantiene encendida dándole un aire de maqueta o de escenografía abandonada. Hay un árbol que tiene las hojas demasiado iluminadas. Dan ganas de quedarse mirándolas y de encontrar figuras en sus sombras…” (del Poema IV).
En el Día Internacional de la Poesía, 21 de marzo, este homenaje a Anahí Flores y a todos los poetas que con sus versos nos alimentan el alma y nos hacen volar.
Loli Ros
(El almacén de libros)

18.3.14

La lectora anota



La lectora busca las páginas en blanco, los márgenes, hay algo en ese libro que la impulsa a rellenar las partes que la composición tipográfica dejó vacías. Entonces, tal vez influenciada por el facebook, donde todo se comenta, escribe “me gusta” en un pie de página, subraya un párrafo y al lado anota “copiarlo y enviárselo a ...” También escribe cosas poco amables como “no concuerdo”, “sobra”, “se está reiterando”. Es posible que esas notas que parecen ser para ella misma, no lo sean. Que no vuelva a agarrar este libro y sea otro lector, en unos años, quien las lea y superponga sus notas a las de ella, con una lapicera de otro color.

11.3.14

La lectora sugiere para este verano



Anoche me olvidé de cerrar las persianas y hoy me di cuenta de que los días están empezando muy temprano: el sol entró por la ventana y me arrancó de la cama al alba. Aproveché el impulso, preparé un jugo y me fui con Julio Cortázar y sus Clases de literatura - Berkeley 1980 (Alfaguara, 2013). En alguna página, el autor agradece el hecho de que exista la forma de grabar el sonido, ya que así llegan hasta nosotros las voces de tantos cantantes de jazz que en aquel momento ya no estaban. Como lectora hago el mismo agradecimiento: este libro existe debido a que aquellas clases fueron grabadas y luego publicadas. Son "páginas habladas", como dice en el prólogo Carles Álvarez Garriga, y tienen la virtud de darle al lector la sensación de ser un alumno más en aquel curso. Sólo tendrá que abstenerse de hacer preguntas al final de la clase.
Y a las dos horas de estar en compañía de Cortázar, escuché “¡mamaaaá!” desde el cuarto de Sofi y corrí a leerle un cuento de buenos días. Elegí Mi jardín, de Zidrou Marjorie Pourchet (2010). Si bien la colección Pípala de Adriana Hidalgo Editora es para niños, este libro resulta un placer sin límites de edad. Es el recorrido mental de un hombre adulto al reencontrar el jardín de su niñez. Un cuento con flores, hamacas y tesoros escondidos, hilvanados en recuerdos. 
Y cuando Sofi se fue a jugar, agarré un cuento de Gabriela Luzzi, editado por Paisanita Editora (2013) en forma de plaqueta[1]. ¿Y si la casa se fuera llenando de intrusos? ¿Es tarea del ama de casa echarlos o eso le corresponde al hombre? En este cuento, la narradora tiene sus propios métodos para liberar su casa… Casualmente, mientras terminaba de leer Mi tercer marido, Sofi fue hasta su casita de muñecas y comenzó a lanzar los peluches por la ventana rosa.


[1]Se conocen como plaquetas de poesía o cuento las ediciones de tirada sencilla o artesanal que anticipan un libro o difunden fragmentos de una obra.

Pueden ver también La lectora sugiere para esta primavera (Limonada, septiembre 2013) La lectora sugiere para este otoño (Limonada, marzo 2013) y La lectora sugiere para este invierno (Limonada, julio 2013).


4.3.14

Conversación entre lectoras, en el blog de Casa de Letras

(link al post original en el blog de Casa de Letras)
Anahí Flores es egresada del programa formativo en escritura narrativa de Casa de Letras. Desde hace algunos años, lleva adelante el blog La lectora en la ciudadDaniela Azulay es alumna de la Escuela de Escritura Online de Casa de Letras y autora del blog Escenas Lectoras. A continuación, el encuentro entre ambas.
Por Anahí Flores
Hola Daniela. Veo que tenemos algo en común: nos gusta el momento de la lectura. Tanto en forma estética (se nota en la presencia de fotos) como en las ganas de relatar la escena. Lo que pasa mientras uno lee.
Contame de dónde surgió tu idea del blog Escenas Lectoras.
Este blog es una construcción basada en preguntas. Algo sostiene la lectura en cualquier parte. Hay una pulsión en el leer que me da ganas de atrapar.
#EscenasLectoras surge a partir de la unión de pasiones. Lectura, escritura, fotografía y promoción de la lectura. Pensar la lectura. Ver gente leyendo e imaginar la trama: ¿qué y cómo alguien lee?, ¿lee en el bar, en un banco de plaza, en la escuela, en una biblioteca, en el subte?, ¿observa a su alrededor, o está totalmente dentro del libro?, ¿cuál es la actitud del cuerpo del que lee? ¿Saborea cada línea o corre, no para, quiere llegar al final? Pensando en los tres modos que describe Barthes en Sobre la lectura, tal vez sea de esas lecturas que invitan a la escritura. ¿Quién puede saberlo?
Las primeras fotos que tengo en la cabeza son de una lectora sentada en la fuente de la calle Arroyo, esa por la que la Lectora pasea leyendo.
lalectora
(Click sobre la imagen para acceder al posteo original)
Una frase de ese post me hizo pensar en el mirar. Esto de andar tanto la ciudad, que también la puedo recorrer con los ojos abiertos, capturando lectores. O leyendo y escribiendo. Es conocerla tanto que uno puede abrir más los ojos, y mirar otras cosas.
La idea es ver qué lecturas circulan, cuáles se quedan, cuáles nunca se fueron, sin juzgar. Si me divierten las estadísticas, ver qué libros se repiten, cuáles aparecen de un modo abrumador,  las coincidencias, y la promoción de la lectura. Una suerte de promoción al paso.
Lo tuyo tiene mucho de diario personal y de voyeur. Me intriga saber si cuando sacás las fotos tratás de ser disimulada, o si sos evidente.
Disimulada ciento por ciento. Camino por los días, por los adentros y por el afuera descubriendo lectores. En mi casa y en mis múltiples trabajos también. Juego con el celular. El disparo siempre es silencioso. Incluso cuando los lectores saben que estoy allí sacando fotos, como a veces ocurre en algún taller.
Eso me pareció interesante en el diálogo entre los blogs, en ambos están fuertemente presente la lectura, los libros, y la fotografía. Pero en éste siempre son fotos celular o cámara en mano. Un disparo y a partir de allí surge la historia, en imágenes y palabras. No hay fotos pensadas o producidas para acompañar un relato que se quiere contar, sino que la escena propone el relato. Me gusta ese contraste, la conversación que provoca.
A veces las descubro rápido, otras sigo una pista. A veces las provoco. Y siempre quiero más. No pregunto ni pido permiso, pero eso sí, si alguien no quiere estar en el blog, no tiene más que pedirme salir de escena.
Al decir de de Certeau, el lector es un cazador furtivo, que navega entre mares que no ha escrito. Y yo los cazo con un click.
Más que diario personal, es un registro, con relatos. Un observatorio de la  lectura. Los lectores leen  parados, caminando, en un bar, en el auto, en un sillón, en la calle… A veces llevan el libro pero no lo leen.
Al fin del día, de la semana, la lista de libros y autores es larguísima. Se arma un mapa, un recorrido lector social. Y esas escenas circulan, se leen, se multiplican en un sinfín. La sensación es la de sacar una radiografía de la lectura en un tiempo y espacio determinado.
Seguro que tenés alguna anécdota divertida de tu cacería de imágenes.
Hay varias, sí. Nunca un lector me descubrió infraganti, pero una vez, en el subte, una adolescente que iba con su mamá, le dijo: “Mamá, esa señora saca fotos de la gente que lee:”
Otra anécdota que tal vez sea una respuesta a la pregunta anterior. Estaba en un bar de Villa Crespo, en una reunión de trabajo, y de pronto veo a un señor que lee el diario. Le saco una foto, sigo reunida, el señor cambia de mesa, le saco otra foto. Y esto vuelve a pasar. Cuando tuiteo una de esas escenas lectoras, me responden: ¡Es Max Berliner! No me había dado cuenta. En ese momento sólo vi un lector y su derrotero.
Y la más tremenda, la más conmovedora, la del 16 de septiembre de 2013. Me subo al subte en Once, luego de estar hablando en la biblioteca sobre el golpe de estado, los desaparecidos, de la noche de los lápices… Ese día, me encuentro un lector del Nunca más.
Tu serie de fotos es una colección. Sos una coleccionista de momentos. Quisiera ver las tres imágenes favoritas de tu colección, y tal vez unas palabras sobre cada una.
¡Qué difícil! Es una compulsión, o varias: la lectura, coleccionar escenas, las escenas que se van, porque no llego a atraparlas. Pero voy a tratar de elegir…
El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Me tentó tanto el título que me lo compré para el Kindle ni bien me bajé del subte. Luego lo leímos por entregas en uno de los Seminarios de formación en Promoción de la lectura:Pasen y lean
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Espiar por la ventana de la biblioteca. Esta escena me encanta por lo nueva que siempre es, y al mismo tiempo siempre se repite, es cotidiana. 
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Si no veo, ¿me ven? La lectora con anteojos negros que leía las 50 sombras de Grey.
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Leer al futuro, de las escenas que me llegan, en donde una nena le lee a la panza de su mamá. 
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Coincidencias. 37 años. Nunca más. Un hallazgo en el momento justo.
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(Click sobre la imagen para acceder al posteo original)
No pude tres, van cinco, y una de yapa, la de mis lectores.
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(Click sobre la imagen para acceder al posteo original)
En La lectora en la ciudad  me pasó que, con el tiempo, los lectores del blog (algunos conocidos míos, otros, no) empezaron a enviarme material (tanto fotos como textos que ellos producían al estilo de mi blog). ¿Qué intercambio surgió con los lectores de tu blog?
Algo que se generó con el blog es el fluir de escenas lectoras. Son  las escenas que llegan. Por mail, por Twitter y por Facebook  recibo escenas lectoras. Y los vínculos que generan. De pensar en la lectura, en sacar fotos de gente leyendo y mandármelas…  También con los amigos. Una amiga me llama y dice: Uy, no sabés las escenas que tengo para vos, que te saqué especialmente. O, “no sabés la lectora que me perdí hoy”, o “Sí escuchás el audio de esta imagen te morís”.
Me encanta cuando me llegan escenas, y cómo se van perfeccionando los envíos. (Qué, cómo, dónde se leía…)  Me gusta este hacer propio, con otros. Que suceda el intercambio.
No doy abasto a incluir todas, pero lo intento. La cantidad de escenas lectoras, entre las propias, y las que llegan, supera y mucho, por suerte, las publicaciones que logro hacer en el blog.
Y una novedad: las  bibliotecas, privadas, públicas, semipúblicas. Son grandes generadoras de escenas lectoras. En estos días voy a publicar la primera, pero tengo varias en la galera. Y un desafío pendiente: días fijos para publicar.