28.5.10

Lecturas de la lectora I



A la lectora no le gusta recomendar libros. Sería, para ella, como sugerir de quién enamorarse. Cuando alguien le pregunta ¿qué libro puedo leer?, ella prefiere mostrar el camino hacia la biblioteca y que el aspirante a lector elija por sí mismo. A lo sumo, recomienda un determinado estante. Pero cuando encuentra un libro que retrata el amor por los libros, la empatía suele ser tan grande que no para de hablar del tema. 
Hoy, mientras releía Como una novela, de Daniel Pennac, su ejemplar iba quedando por completo marcado: tantas fueron las frases que subrayó y los comentarios que registró en los márgenes (porque para ella, los márgenes son como las páginas de un cuaderno personal). Sus marcas de hoy se juntan con las anotaciones hechas años atrás, durante su primera lectura. Tres personas conversan en esas páginas: el autor, la lectora de antes y la de hoy.
Y al atardecer, el libro volvió a la biblioteca feliz: lleno de palabras nuevas en sus márgenes y a la espera, sin impaciencia, de una próxima relectura.

26.5.10

La lectora en 1937



La lectora es muy antigua
Hola lectora.
Fue en 1940 cuando me encontré con Lino en la estación de trenes de San Juan. Él se volvía a Córdoba, y en el viaje me mostró la foto de una pintura, que había hecho tres años antes, de dos mujeres que estaban leyendo historia para alcanzar la eternidad. La vieja Doña Adelaida les había dicho que si leían mucho prolongarían la vida largo tiempo (hacia el pasado). Hace 10 años una mujer muy rica descubrió el óleo en una galería de la calle Florida, lo compró a un precio muy alto, lo escondió en su palacio e hizo desaparecer todas las reproducciones para prolongar su propia vida. Por ese motivo sólo pude recurrir a esa vieja fotografía para testimoniarlo. Hoy es imposible conseguir foto de este óleo que Spilimbergo hizo en 1937.
Juancito Caminador Virtual

25.5.10

La lectora en el espacio

Darío Kullock tiene un blog de micro ficciones, donde vale la pena meterse y deambular por los posts -la lectora lo hace de vez en cuando-. Y entre sus cuentos fantásticos apareció uno donde conviven el Quijote, Sancho, los molinos, una nave espacial y... la lectora. Los dejo en compañía del texto: 


La lectora en el espacio
La nave sigue su trayectoria inequívoca como inequívocos fueron los cálculos de la computadora central de la Tierra.
Ana controla el funcionamiento de los sensores de presión, temperatura y humedad de la cabina. Todo fue previsto para que descienda automáticamente sobre ese planeta que será  la salvación de la humanidad. Todo menos una única maniobra manual que deberá hacer Ana en el momento oportuno.
La tecnología avanzó, tal vez más rápido que lo que el hombre tardó en adaptarse a ella. Por eso mientras la Tierra exhala sus últimos suspiros, Ana se dirige a otro planeta como un pájaro huérfano va hacia un nido prestado.
Todo funciona bien, se acerca al sol según lo previsto. Ana sólo tiene que estar atenta para accionar los cohetes que la lancen más allá de la órbita solar.
Algunas costumbres fueron remplazadas por otras, los libros por ejemplo. Hace decenas de años que no se fabrica papel, por la escasez de árboles y por el auge de los libros virtuales.
Sin embrago Ana conserva como un tesoro antiguo un libro que lee y relee; pasando sus páginas secas con la yema de los dedos por la superficie áspera, oye el sonido y huele el aroma amarillo del papel viejo. Disfruta de la lectura "a la antigua" con un placer ancestral que sobrevive a la velocidad acelerada de la lectura virtual.
"El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha". La nave viaja por el espacio y ella por los campos manchegos. Quijano lee hasta la locura y Ana lee con Quijano mientras desde la ventana redonda de su habitación voladora entra el brillo de las estrellas.
En pocas horas tendrá que presionar el botón para que la nave no sea aprisionada por el sol. El andante caballero de la brillante armadura arremete contra los molinos de viento y la nave se acerca a la órbita incandescente del sol. Ana deberá interrumpir en algunos instantes la carrera de Rocinante para accionar los controles y asegurar el futuro de la humanidad. Observa la luz del tablero pidiéndole que se prepare y vuelve al molino. "...y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo". La nave sigue avanzando hacia la estrella solar, la temperatura comienza a subir y Sancho insiste con "que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no los podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza..." Una sirena suena para despabilar a Ana. "Despabilar", piensa Ana, y tiene una imagen fugaz de Quijano escribiendo al pabilo de una vela. Don Quijote hace oídos sordos a las advertencias de Sancho y Ana está tan lejos que no escucha a su escudero.
La nave se pone al rojo vivo, Rocinante sigue rodando sobre la pradera y el hidalgo caballero gira maltrecho atrapado por los brazos del gigante que según Sancho son las aspas del molino, y los metales se mezclan con los plásticos mientras el jinete que sale disparado y licuado por el calor se dirige al centro de la órbita para formar parte de esa estrella candente junto con Ana, con los gigantes y con Sancho, que insiste en vano por última vez con su bruta cantilena de hombre sencillo, tratando de convencer a Ana de que no son otra cosa que molinos de viento.

19.5.10

Algunos poderes de la lectora

Leer es una destreza. Mientras más se practica, mejor se hace. Mientras mejor se hace, menos esfuerzo se requiere. Mientras menos esfuerzo se requiere, más se puede y se quiere hacer.
Keith J. Topping (autor de la declaración de los derechos del lector)

Ciertos lectores muy bien entrenados, logran irradiar las palabras que leen hacia fuera de su mente de forma tal que éstas se independizan y moldean el entorno a su imagen y semejanza. La lectora domina esta técnica milenaria y hoy por la mañana, en pleno microcentro porteño, se dispuso a recrear paisajes andinos con sólo leer su descripción detallada en las páginas de un libro.

13.5.10

La lectora en el mundial de afiches

Resulta que Thomas Lommío está haciendo un mundial de afiches, y la lectora, que recibió un lindísimo afiche de regalo hace un par de meses (podés verlo aquí) compitió en el partido 16, luego, se vino el partido 32, por último, el partido 48. Finalmente, los clasificados para los octavos de final:


























Gracias a todos los que votaron durante los tres días :)

12.5.10

La lectora en Pimentinha

Mi amiga Pimentinha, de la ciudad de Porto, Portugal, hoy nos cuenta un nuevo sueño de la lectora.

O sonho

A leitora pousou o livro ao seu lado e deitou-se a olhar para o céu. Ficou na esperança de que ele lhe contasse a sua história, sem precisar de ser desfolhado. Fechou os olhos e escutou o murmúrio ténue e doce. Permaneceu incrédula mas feliz por poder usufruir de tal privilégio. Do que conseguiu perceber o conto não tinha a ver com o título gravado na lombada, nem os personagens eram os mesmos. Mesmo o espaço e o tempo eram numa outra dimensão. Mas a linguagem era real. O herói era a leitora. Bebeu cada palavra, cada frase, cada parágrafo e sentiu o aroma do texto, o sabor das letras, o calor das páginas. Falavam sobre o futuro, as conquistas e as vitórias, que um dia sonhou. Tudo se encaixava na perfeição. Ganheou alento, coragem e sorriu. Foi como se estivesse a sonhar acordada, ou estaria a dormir? Foi bom. Agarrou aquele livro com força e apertou-o junto ao peito. Passou a fazer parte dela, tal como ela fez parte dele.



Texto elaborado para la lectora

11.5.10

10.5.10

La lectora en el colectivo


foto: Lali



La virtud paradójica de la lectura es abstraernos del mundo
para, en él, encontrar algún sentido.
Daniel Pennac
(1944), escritor francés.

Una hora en un vehículo que arranca y frena sucesivas veces, ametrallado por las bocinas y los insultos de los conductores, puede ser fuente de muchos malhumores. No para ella, que disfruta al dilatar esa hora en años.
Años que se condensan en poco tiempo son su especialidad. En su cartera hay un libro que, cerrado, apenas es más peso para su hombro, pero abierto se transforma en la fórmula ideal para extender la duración del tiempo, porque entre San Telmo y Palermo, la lectora recorre más de una década de historia. Podría decirse que multiplicó su vida.

También en:
Los martes miento N 189 (revista virtual semanal)


9.5.10

La lectora en la cumbre



"... abrió el libro por la primera página. Sabía que se iba a quedar allí, en la cumbre, leyendo aquel libro. Porque el aire era puro, la historia era como el aire y abría el alma; y allí, leyendo, era hermoso aguardar el final."

Fragmento del sueño del escritor y viajero Robert Louis Stevenson.
De Antonio Tabucchi (1943), escritor italiano.

8.5.10

La lectora en Alma Singer



Hoy la lectora retornó a la ciudad y qué mejor bienvenida que encontrar la apertura de este blog en Alma Singer.

Una especie de 4x4 literaria

Así empieza la apertura:
"Anahí Flores dio en el blanco. Un libro es una historia detrás de una historia que se aferra a nosotros como todo aquello que nos pasa. Podemos recordar con mucho cariño una novela que nos haya gustado y que, a su vez, traiga consigo la anécdota de su compra o de cómo llegó a nuestras manos. Un sentimiento, un momento, un mimo… generalmente nada malo puede asociarse a un libro (a no ser que sea un desastre… pero por lo menos intentamos ver de qué se trataba, ¿no?)."

Los invito a leer el texto completo, acompañado de fotos, aquí.